Hablemos de... Lípidos del estrato córneo

Conocida como la capa más superficial de la epidermis, el estrato córneo comprende, en promedio, unas 20 subcapas de células muertas, aplanadas, en función de la parte del cuerpo que recubre la piel. A través de un proceso denominado descamación, estas células muertas se van desprendiendo con cierta regularidad. Este estrato es también el lugar donde subyacen los poros de las glándulas sudoríparas y las aberturas de las glándulas sebáceas.

Por medio de los lípidos epidérmicos, las células de la capa córnea se unen entre sí, estos lípidos son esenciales para la salud de la piel: crean su barrera protectora y fijan la humedad. Cada vez que hay ausencia de lípidos, la piel puede llegar a estar seca y puede percibirse tirante y áspera. Un equilibrio adecuado entre lípidos epidérmicos e hidratación, caracterizan a una piel sana.

Nuestra epidermis está cubierta por una emulsión de agua y lípidos (grasas) conocida como película hidrolipídica. Esta se mantiene por las secreciones de las glándulas sudoríparas y sebáceas, contribuyendo de esta manera a mantener la piel flexible, a la vez que se constituye en una barrera adicional frente a bacterias y hongos.

Dependerá de la retención de humedad proporcionada por las capas externas de la epidermis, el sostenimiento de una piel sana. Además que la piel es el órgano más grande y visible que el exterior de nuestro organismo, es también un conjunto de células y estructuras que tienen bajo su responsabilidad la protección frente al medio externo.

En resumen, la piel es una barrera selectiva de entrada y salida de sustancias. La película hidrolipídica, constituida por agua, úrea, queratitina y grasa, evita la entrada de virus, hongos y bacterias, mantienen compactada la estructura celular para que la piel se mantenga hidratada, firme y sana. Al rellenar el espacio intercelular, retienen el agua en la piel ayudando a la función barrera y evitando así la deshidratación.

A partir de los 30 años, la piel se hace más vulnerable a factores externos, ya que produce menos lípidos. Es el momento en que comenzamos a darnos cuenta que nuestra piel, en algunos casos, está algo reseca, áspera e, incluso, puede llegar a agrietarse. La falta de ácidos grasos esenciales tiene consecuencias directas: pérdida de hidratación, descamación, tendencia al eczema, inflamación y prurito, entre otras afecciones

Cada día más personas necesitan tratamientos relipidizantes y reguladores de la hidratación de la piel. Factores como el estrés, el ritmo de vida, la mala alimentación, los agentes ambientales (frío, viento, sol, etc.), terminan afectando a nuestra piel. El tratamiento ideal debe contener sustancias que mejoren y reparen la función barrera, al igual que suplementen la falta de lípidos naturales epidérmicos. Debe proteger fundamentalmente al estrato córneo.

Las ceramidas, el colesterol y los ácidos grasos poliinsaturados (omega 3 y omega 6), constituyen los lípidos necesarios para realizar una eficaz función barrera, reestructurar la membrana celular y disminuir la pérdida de líquidos. De igual manera, cuando estos líquidos se cohesionan de manera regular entre los queratinocitos, las sustancias potencialmente dañinas que tocan la piel no pueden traspasar la barrera cutánea.

En Unimel, nuestros profesionales en dermatología le asesorarán acerca de cuáles son los mejores tratamientos para proteger su piel de factores externos que puedan alterar la funcionabilidad del estrato córneo; así como mantener el equilibrio entre los lípidos naturales epidérmicos para sostener la función barrera.


Dra. Zulay Rivera
Unimel

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