Cuando el tratamiento proviene de nuestro propio organismo: Plasma Rico en Plaquetas (PRP)
No
sólo es empleado como tratamiento natural para el rejuvenecimiento facial. También tiene
otros usos… Se los contamos
Una de las sustancias más extraordinarias de nuestro cuerpo
es, sin duda alguna, la sangre. Ese líquido tiene entre sus propiedades,
nutrir, regenerar y proteger el organismo.
En el transcurso de los últimos años, la medicina ha
realizado descubrimientos asombrosos acerca de las propiedades y usos del
Plasma Rico en Plaquetas –PRP-, esa parte importante de la sangre, constituida
por las células responsables de la coagulación, y que además poseen un
importante número de sustancias, denominadas “factores de crecimiento”.
Estos factores poseen el don de estimular la respuesta
reparativa de los tejidos dañados.
Es de allí que el PRP se ha convertido en
uno de los mejores aliados de la medicina “antiedad”, entre otras propiedades
que describiremos a continuación.
La aplicación del PRP, está considerado un procedimiento
“autólogo”, ya que se obtiene de la sangre extraída al mismo paciente, ante lo
cual no hay riesgo de rechazo o alergias.
Es útil para disminuir aquellos signos del envejecimiento
en la piel, tales como arrugas, flacidez o manchas en el área facial, cuello,
escote y manos, entre otros.
El PRP estimula la producción de colágeno, reparando las
fibras y el tejido dañado, dándole a la piel un mejor aspecto, textura y
luminosidad. Por ello es muy común su empleo en procedimientos que requieran
regeneración tisular, sobre todo para disminuir estrías, cicatrices, ojeras o
cualquier otra patología.
Se ha comprobado su eficacia en algunos pacientes que
sufren de alopecia o calvicie temprana, ya que estimula el crecimiento del
cabello y frena su caída.
Pero no solo es la medicina estética y la dermatología la
que se ha visto beneficiada con el PRP. Especialistas en reumatología y en
medicina deportiva, han aplicado con bastante éxito, tratamientos de PRP en
pacientes con tendinopatías y entesopatías crónicas, osteoartritis de rodilla.
Su bajo costo, fácil manejo y demostrada utilidad en
tratamientos para malestares reumatológicos, que no han obtenido resultados
positivos con la aplicación de procedimientos convencionales, además de su
aparente inocuidad, han hecho posible que cada vez con mayor frecuencia el PRP
sea una alternativa válida para ser considerada por el médico tratante.
¿Cómo
se separa de la sangre el PRP?
El PRP se obtiene a través de la extracción de sangre,
aplicando un proceso de centrifugación con un equipo empleado para tal fin. De
esa forma se separa el plasma del resto de los componentes del torrente
sanguíneo. Posteriormente se aspira, se le añade cloruro cálcico para romper
las plaquetas, para que estas a su vez liberen los factores de crecimiento.
El fluido obtenido de este procedimiento es el PRP, el cual
se inyecta en la dermis en las áreas a ser tratadas. Aunque cada tratamiento es
personalizado se recomiendan unas tres sesiones, con intervalos de unos 30 días
entre cada una de ellas, así como posteriormente, una o dos sesiones anuales de
mantenimiento.
En todo caso, dependerá de la dolencia, del paciente y del
médico tratante.
El tratamiento es indoloro y ambulatorio. Luego de su
aplicación, el paciente puede retomar inmediatamente sus actividades
cotidianas. No se generan marcas o cicatrices, y por lo general no se
recomienda reposo. Es importante saber que, en caso de su aplicación en la
piel, debe emplearse un protector solar.
Siempre consulte a un especialista. En Unimel estamos
capacitados para proporcionar a nuestros pacientes tratamientos adecuados a
cada tipo de patología.
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