Y si hablamos de Rosácea...
En diversas oportunidades, cuando asistimos a la consulta con el dermatólogo por molestias en la piel del rostro, específicamente en el área de las mejillas, y nos diagnostican con “rosácea”, siempre nos preguntamos el por qué del nombre de tan frecuente afección cutánea.
La rosácea, puede afectar a cualquier persona, pero se observa con mayor frecuencia en pacientes femeninas, de mediana edad, con tez clara. Enrojecimiento en las mejillas, prurito e incluso bultos pequeños y rojos con pus, son algunos de los síntomas de esta dolencia, que aparecen y desaparecen con cierta frecuencia y, en algunas oportunidades, suele ser confundida con acné.
Es un misterio el patrón genético de esta enfermedad, aunque las investigaciones han arrojado que, en algunos casos, el tener familiares que la padezcan incrementa el riesgo de sufrir de la misma.
Lo mismo sucede con el acné. Algunos estudios infieren que podría existir algún tipo de relación entre esta dolencia y la rosácea.
De igual manera, factores como infección cutánea, alteraciones del sistema inmunológico, fuerte exposición a la luz solar e incremento del flujo sanguíneo, pueden ser responsables de la aparición de la temible rosácea
De acuerdo con características propias y bien definidas, los especialistas, han identificado diversos tipos de Rosácea:
Lo mismo sucede con el acné. Algunos estudios infieren que podría existir algún tipo de relación entre esta dolencia y la rosácea.
De igual manera, factores como infección cutánea, alteraciones del sistema inmunológico, fuerte exposición a la luz solar e incremento del flujo sanguíneo, pueden ser responsables de la aparición de la temible rosácea
De acuerdo con características propias y bien definidas, los especialistas, han identificado diversos tipos de Rosácea:
- Eritematosa-telangiectásica: Presenta enrojecimiento en la nariz, mejillas y centro del rostro. Inflamación, ardor y sensibilidad al tacto acompañan a las manifestaciones antes indicadas. De igual manera son evidentes pequeños vasos sanguíneos dilatados, en forma de arañas vasculares.
- Pápulo-pustulosa: Se visualiza enrojecimiento en la parte central del rostro. Se identifican pústulas o brotes que suelen ser confundidos con el acné. De igual manera, la piel está muy sensible, aunque con menor inflamación y ardor. La piel ofrece una apariencia grasa.
- Fimatosa: Se denomina de esa manera ya que se evidencia engrosamiento de la piel, como consecuencia de una inflamación recurrente y que permanece con el tiempo. Se presenta en todas aquellas personas que sufren algún tipo de rosácea, y la mayoría de los casos son en personas del sexo masculino. Los poros se ven muy dilatados, presencia de arañas vasculares, piel grasa. La piel es muy rugosa al tacto y se palpan bultos internos. Nariz (rinofima), orejas (otofima), frente (metofima), barbillas (gnatofima) y párpados (blefarofima), son los lugares donde suele observars.
- Ocular: Más común de lo que pensamos, es la afectación de la rosácea en los ojos. Estos se presentan con abundante profusión de lágrimas, irritación y enrojecimiento. Por lo general, la mayoría de los casos se presentan en pacientes jóvenes. El borde de los párpados se afecta con mayor frecuencia. La sensación de tener arenilla en el ojo, poca resistencia a la luz intensa y visión borrosa, son algunos de los síntomas que reportaron los pacientes diagnosticados con este tipo de rosácea. En algunos casos, se complica con alteraciones de la parte anterior del ojo: queratitis, la conjuntivitis y la uveítis.
- Fulminante: Suele aparecer, de manera intempestiva en pacientes jóvenes, del sexo femenino, evidenciándose mucha inflamación, pústulas y nódulos internos. Se extiende por toda la cara y deja cicatrices permanentes. Es muy poca la diferencia entre este tipo de rosácea y el acné.
En todos los casos antes citados, lo que cobra mayor importancia es una visita a tiempo al especialista, un diagnóstico acertado y el tratamiento adecuado.
¿Cómo tratarla?
Controlar las señales y los síntomas es la clave. Una buena combinación de cuidados de la piel y tratamientos recetados, podría ayudar muchísimo a minimizar las consecuencias que, para la piel, lleva consigo esta enfermedad.
Los procedimientos se llevarán a cabo de acuerdo con las características y manifestaciones que presente la Rosácea en cada paciente. Todos somos diferentes y por ende los procesos tendentes a tratar esta afectación cutánea, también lo serán.
Los tratamientos por lo general incluyen:
• Antibióticos Orales: Ayudan a reducir las baterías y a desinflamar el área afectada. Doxiclina, tetraciclina y minociclina, entre otros, son los más recomendados, aunque no se ha demostrado su eficacia de un todo.
• Isotretinoína: Si la rosácea es muy grave, algunos especialistas recomiendan el empleo de este medicamento, el cual se usa para tratar casos de acné muy fuertes. Ayuda a que las lesiones en la piel se minimicen o desaparezcan.
• Ivermectina: También con efectos antiinflamatorios, se ha descubierto su acción en contra de los ácaros que pudiesen estar habitando en las lesiones de rosácea. La ivermectina, de aplicación tópica, es un medicamento de primera línea para el tratamiento de la rosácea.
• Tratamientos Alternativos: Se ha comprobado que la terapia láser puede reducir el enrojecimiento causado por el ensanchamiento de los vasos sanguíneos el más recomednado es el láser de colorante pulsado seguido del láser Nd:YAG 1064 nm ambos con muy benos resultados. También existen otras soluciones para tratar los vasos sanguíneos visibles y los cambios por rinofima, tales como la dermoabrasión, la electrocirugía y una nueva herramienta es la terapia fotodinámica.
- Conoce qué desencadena un “ataque de rosácea”: Debes estar consciente que situación o condición te provoque exacerbaciones, para así evitar exponerte. Entre ellas están:
- Ingesta de bebidas calientes y comidas picantes o alcohol
- Temperaturas extremas, exposición a luz solar o viento
- Emociones
- Ejercicio
- Cosméticos
- Fármacos vasodilatantes, entre ellos algunos medicamentos para la presión arterial
- Protege tu rostro: Diariamente debes aplicar protector solar con EFS de 30 como mínimo. Evita exponerte al sol o a climas muy helados. Usa sombreros, bufandas o pasamontañas, de acuerdo a la época del año.
- Cuida tu piel: Evita tocarte la cara constantemente y, en caso que lo hagas, tus manos deben estar muy limpias. Usa siempre un limpiador de maquillaje sin jabón y crema humectante. Descarta el empleo de productos para el rostro que contengan alcohol u otro tipo de sustancias que puedan causar irritación en tu piel.
Si sufres de Rosácea, puedes minimizar sus efectos:
Estas recomendaciones, quizá pueden contribuir en tu tratamiento contra la Rosácea
Y siempre, consulta a un especialista. En Unimel sabemos cómo tratar tu piel y cómo ayudarte a mejorar el aspecto de la misma.
Comentarios
Publicar un comentario